La noche de Halloween y su origen celta

Halloween

Estamos acostumbrados a asociar la festividad de Halloween con Estados Unidos. Pero hace mucho, mucho tiempo, mucho antes de que los niños norteamericanos recorrieran casa por casa las calles de sus urbanizaciones ataviados con monstruosos disfraces en busca de un dulce botín, en Irlanda se fraguaba el verdadero origen de esta festividad.

Para hablar de estos inicios tenemos que remontarnos a unos 2.500 años atrás, cuando el pueblo celta habitaba la isla. Por aquel entonces, los celtas celebraban el fin del verano y el inicio de lo que denominaban «la estación oscura» en una festividad llamada Samhain, que empezaba la noche correspondiente al 31 de octubre de nuestro calendario. Este cambio de estación marcaba además el inicio del año nuevo celta, cuyo primer día era nuestro actual 1 de Noviembre.

Cuenta la leyenda que durante esa última noche del año los espíritus de los difuntos venían desde el Más Allá al mundo de los vivos, dirigiéndose a los lugares a los que habían vivido, visitando casa por casa a sus familiares respectivos. Éstos debían encender una vela por cada difunto que hubiera en la familia y colocarla en el alféizar de la ventana o en el quicio de la puerta de cada casa, a fin de guiar a los espíritus hasta el que había sido su antiguo hogar.

Se decía que de no cumplir este requisito los espíritus malignos pasaban la noche perturbando los sueños de los habitantes de la casa en cuestión. Antes de dormir se acostumbraba a contar historias sobre estos ancestros desaparecidos y se les reservaba una silla para que pudieran acompañarles durante la velada.

Estas dos últimas costumbres siguen practicándose aún en nuestros días, en algunos lugares de Irlanda y Escocia.

Otras leyendas recogen que la famosa calabaza con luz en su interior y cara de pocos amigos, conocida en el mundo anglosajón como Jack O´lantern, fue en sus inicios un nabo. Se dice que un herrero llamado Jack estuvo en tratos con el diablo, al que posteriormente traicionó. Por este motivo al morir el herrero y ser conducido al infierno por la mala vida que había llevado, el diablo le negó la entrada. A fin de que se alumbrase a través del oscuro camino que llevaba a la salida, el diablo le proporcionó una brasa sacada directamente del averno, que Jack colocó en el interior de un nabo hueco que encontró en el suelo, construyéndose así un improvisado farolillo.

Tradicionalmente los pueblos celtas vaciaban nabos colocando en su interior una brasa ardiendo, a modo de farolillo que guiara a los espíritus de los seres queridos hasta sus casas. Cuando los inmigrantes irlandeses llegaron a Estados Unidos, allá por 1840, llevaron consigo las tradiciones del Samhain, pero sustituyeron el nabo por la autóctona calabaza, un vegetal de mayor tamaño y por lo tanto más adecuado para elaborar la rupestre lamparilla.

Pero mucho antes de el éxodo irlandés a Estados Unidos la Iglesia Católica había tomado cartas en el asunto. Se dice que durante el siglo VIII la sacrosanta institución religiosa decidió sustituir la festividad del Samhain y su significado por el del Día de todos los Santos, destinado inicialmente a todos aquellos santos que quedaban sin dia propio, cuya víspera, el día 31 de Octubre pasó a ser conocida en Irlanda, Inglaterra y Escocia cómo «All Hallow´s Eve» (víspera de todos los santos), de cuya contracción surgió la denominación Halloween.

Halloween

A pesar de las impuestas connotaciones religiosas, las tradiciones celtas y el carácter pagano de ésta celebración se han ido manteniendo a lo largo de los siglos. Otro ejemplo de ello sería el ritual de disfrazarse, a poder ser de algo relacionado con la muerte, el mal o la oscuridad, algo que según algunas versiones proviene de los druidas celtas, que se disfrazaban de espíritus y demonios con harapos y pinturas para camuflarse entre los fantasmas de los muertos y así evitar que éstos les llevaran consigo al «otro lado».

Actualmente los niños irlandeses, al igual que los estadounidenses, se disfrazan esa noche y van de puerta en puerta diciendo aquello de «truco o trato«, en busca de sus golosinas. En Irlanda se encienden hogueras a las que pedir deseos, se juega al Snap Apple (intentar morder una manzana flotando en un barreño lleno de agua o suspendida de un cordel, sin ayuda de las manos) y se realizan todo tipo de rituales y juegos a base de averiguaciones sobre el futuro en términos de amor, salud o economía personal.

Uno de ellos es comer el Barmbrack cake, un pastel en el interior del cual se colocan, debidamente envueltos en papel de hornear, un retal de ropa, una moneda y un anillo. Al repartir los trozos de pastel, al que le toque el retal le espera un futuro económico dudoso, al que le toque la moneda le aguarda un año lleno de prosperidad y el que tenga el anillo iniciará un romance si es soltero o se asegurará felicidad con su pareja en el caso de que la tenga. Cómo veis ésta última tradición se asemeja mucho a la nuestra del Roscón de Reyes. Este tipo de detalles son los que nos hacen pensar que nuestro pasado celta va ligado, de una u otra forma al espíritu celta irlandés.

Si quieres prepararlo en casa: Receta de Barmbarck, noche de Halloween con sabor irlandés

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2 comentarios

  1. Mauri dice:

    Estas tradiciones ancestrales de la cultura celta son geniales. Hay que intentar conservarlas para no perder nuestras raíces. Halloween o samhain(segun los celtas) ya esta ahí.. una noche misteriosa

  2. DenzelWea dice:

    Hey everybody, HAPPY HALLOWEN!!

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