Clifden, la perla de Connemara
Clifden se encuentra en el extremo oeste de Connemara, con el telón de fondo de las montañas de los Doce Pins. Se trata de un proyecto de ciudad relativamente reciente, que contrasta de manera especial con su salvaje interior. La ciudad fue fundada en 1812, idea de John D’Arcy, por entonces Alto Sheriff de Galway, que vivía en el hoy derruido Castillo de Clifden.
Su intención era la de crear un bastión de belleza en estos parajes, mejorando así la tierra y la zona. Todo esto se refleja en el cuidado diseño geométrico de la ciudad, con las torres gemelas de sus iglesias y sus anchas calles. Realmente no hay mucho que ver dentro de la propia Clifden, sino que más bien es un rincón para poder parar a comer algo y respirar aire puro.
Durante un breve espacio de tiempo a principios del siglo XX, Clifden estuvo a la vanguardia de la tecnología, cuando se construyó aquí la primera estación de telegrafía sin hilos que comunicaba Europa con América del Norte, creando así un revolucionario punto de mensajes que tenían su punto de destino en Glace Bay, Nueva Escocia.
Hoy en día Clifden depende en gran medida del turismo para su subsistencia. Se trata de un buen centro para los turistas que llegan hasta Connemara. Clifden está llena de tiendas de souvenirs y buenos restaurantes que atienden a todos los que visitan la región. Quizás resulte irónico que, a pesar de los esfuerzos de su fundador John D’Arcy, Clifden sigue estando completamente dependiente de su entorno silvestre.
En la plaza del pueblo hay una pequeña placa en honor de John Riley, el comandante del batallón de San Patricio en la guerra méxico-americana del siglo XIX. Además os aconsejo que hagáis la ruta de la carretera que bordea Clifden, una de las más espectaculares y hermosas rutas costeras del país, pasando al sur por Alcock y el Brown Memorial, el lugar donde aterrizó con éxito el primer vuelo transatlántico en 1919.

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