El Cementerio de Mount Jerome en Dublin
Si os gustan los cementerios, seguramente que os encantará el Cementerio de Mount Jerome, en Dublín, a menudo conocido como el Cementerio de Harold’s Cross. Ricos monumentos victorianos pueden verse aquí, construidos para la eternidad. De todas maneras, algunos monumentos comienzan a estar en un estado ruinoso, algo que realza aún más si cabe el atractivo misterioso de Mount Jerome.
Este cementerio os lo recomiendo sobre todo a todos aquellos que vengáis a buscar y conocer lo mejor del Dublín victoriano. Se halla muy cerca del centro de la ciudad, y muestra un fantástico conjunto de arquitectura funeraria y lápidas talladas. El tamaño del cementerio hace posible recorrerlo con facilidad, sin miedo a perdernos.
La Compañía General de Cementerios de Dublín compró los terrenos en 1834, para abrir el cementerio en 1836. La capilla gótica en su interior, de William Atkins, fue construida en 1847. En 1984, el cementerio por completo fue comprado por las empresas Massey.
Con toda justicia hay que decir que la pintoresca e inevitable decadencia del cementerio lo hace aún más atractivo. Al pasear por él os hechizará la magia de algunas figuras, el aspecto casi tétrico. A todos aquellos que os gusten los paisajes telúricos, este cementerio os dejará envueltos en un aura de arquitectura gótica impresionante.
Algunos pensarán, a pesar de todo, porqué visitar un lugar como este. Sencillamente porque se trata de uno de los cementerios del siglo XIX más espléndidos de Europa. Tiene algunas grandes personalidades enterradas aquí, pero la arquitectura funeraria y las estatuas son su principal atracción. Entre decenas de ángeles de todo tipo, encontraréis tumbas egipcias y estatuas de perros enterrados aquí.
Quizás este cementerio no aparezca en la mayoría de las guías turísticas de Dublín, ni tampoco en ninguna de las rutas que os pueden ofrecer en cualquiera de las Oficinas de Turismo de la ciudad. Sin embargo, además de que es bastante fácil llegar hasta él desde el centro, merece la pena visitarlo. Al menos un breve paseo, de pasada, admirando lo que encontraréis a vuestro paso. Seguro que será uno de los recuerdos que contaréis a vuestra llegada de Dublín.

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