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El puente colgante de Carrick a Rede en Antrim

Hoy nos adentramos en un destino que combina la naturaleza más hermosa con la emoción sin límites. ¿Os gustan los puentes colgantes?, ¿habéis sentido la emoción de cruzar alguno?. En Irlanda podéis hacerlo. Se trata del puente colgante de Carrick a Rede, que une el continente con la pequeña isla de Carrick, cerca de Ballintoy, en el Condado de Antrim, en Irlanda del Norte.

Si tenéis la oportunidad de verlo, os daréis cuenta que es literalmente un puente colgante, de esos que estáis imaginando con cuerdas y listones de madera, y un movimiento de los que dan un poco de susto…

Carrick a Rede significa literalmente «roca en el camino». El propósito real de la fabricación del puente colgante era la pesca. Los pescadores de salmón lanzaban sus redes desde el puente. Hoy en día, el puente es principalmente una atracción turística, y está catalogado como una de las joyas nacionales de Irlanda.

El puente mide unos 20 metros de largo, entre la isla y el continente, y tiene una altura de unos 30 metros. Puede albergar hasta ocho personas a la vez, y está abierto siempre que el tiempo lo permita. Los adultos pueden cruzar el puente por cuato libras, mientras que los niños tienen que pagar dos libras. Las entradas se pueden comprar antes de llegar al puente.

Si llegáis en coche, hay un aparcamiento cercano. Desde allí se hace un corto camino a pie, a lo largo de un paseo costero, que ofrece espectaculares vistas. A la izquierda tendremos el mar, con la isla de Rathlin en la distancia y sus acantilados de piedra caliza. A la derecha tendremos unas preciosas vistas irlandesas, valles verdes donde pastan las vacas.

Desde el parking al puente hay unos 25 minutos a pie. Es un camino muy hermoso, con algunas pequeñas subidas, por lo que os recomendamos llevar zapatos cómodos. A los que os guste la contemplación de aves, este camino es ideal, así como para los aficionados a la botánica.

Otra de las grandes ventajas de visitar el puente colgante de Carrick a Rede es la cercanía a otros lugares de interés, como por ejemplo, la Calzada de los Gigantes, con sus columnas hexagonales de basalto, o el antiguo Castillo de Dunluce, que parece dispuesto a derrumbarse frente al acantilado y el mar.