Del Trinity College a la Guinness Storehouse

Guinness Storehouse entrada

Con el primer toque del despertador, mi primer pensamiento se fue hacia el clima de Dublín. La capital irlandesa me recibió con una fina lluvia que luego terminó por desaparecer, pero que a fin de cuentas es la imagen clásica de este país, máxime en un mes como noviembre, el segundo más lluvioso del año. No en vano es la estampa clásica de las islas británicas: el de las brumas espesas y las continuas lluvias. Con las mismas, ese primer impulso me llevó hasta la ventana para mirar el exterior, y, sorpresa, campaba una calma total, sin nubes y con una claridad meridiana extraña para estos lares. Sol que, por otro lado, me acompañó prácticamente todo el día.

Hoy era además, mi primer desayuno en el Hotel Trinity Capital, donde estoy alojado, muy céntrico y frente por frente al Trinity College. Irlanda es un país de buen comer, de comidas tradicionales y abundantes, de gentes curtidas por el trabajo en el campo. Siempre han sido agricultores y ganaderos, y como tales, debían empezar el día con un desayuno que les aportara la energía suficiente como para soportar un largo día de trabajo manual. De ahí los abundantes desayunos irlandeses pues un clásico Irish Breakfast cuenta con huevos fritos, bacon, judías, morcilla y queso. Por supuesto, acompañado de panes y un buen café caliente.

Un desayuno energético, sin duda alguna, aunque muchos lo consideréis un tanto «grasiento». Bueno, un día es un día, máxime cuando por delante se me mostraba un apretado itinerario y mucho andar por la ciudad. Eso sí, las judías y la morcilla, las dejé para mejor ocasión…

Una buena ruta por Dublín debe llevarnos por el Trinity College y el Banco de Irlanda, por la zona comercial de Grafton Street y sus paralelas, y  Nassau Street, hasta Merrion Square (donde podremos visitar la casa de Oscar Wilde y ver su estatua en un precioso y relajante parque) por la zona de ambiente de Temple Bar (que dejaremos preferentemente para por la tarde/noche) y de ahí marchar hacia el Castillo de Dublin, y las iglesias protestantes de Christ Church y la catedral de St. Patrick, para finalizar, ya al norte de la ciudad en la cervecera Guinness Storehouse con su Gravity Bar. Estas son las visitas ineludibles si disponéis de poco tiempo.

No obstante, si contáis con más de un par de días, os recomendaría visitar el museo tradicional de Dvblinia, el Museo de los Escritores o el de James Joyce si es que sóis amantes de la literatura irlandesa, la más conocida fábrica de whisky irlandés, la Jameson y la zona del Grand Canal.

Ayer os hablaba de la difícil historia que ha vivido Irlanda a lo largo de su vida. Cada una de las diferentes civilizaciones que han pasado por la ciudad han dejado su impronta, su sello especial que han hecho de Dublín una amalgama perfectamente sincronizada de estilos que le otorgan a la ciudad ese carácter fuerte y decidido que tiene.

Curiosamente, en cada uno de sus monumentos se ve o se conoce un detalle curioso que de un modo u otro lo relaciona con su histórico enfrentamiento con la Corona inglesa. ¿Alguna vez os habéis detenido a pensar en el por qué una iglesia consagrada a San Patricio, el evangelizador de Irlanda, es protestante? ¿sabíais que en el patio central de la Trinity College, la más prestigiosa universidad irlandesa, se concentraron las tropas inglesas allá por el año 1916? ¿o que frente al castillo de Dublin se ha construido un edificio que prácticamente lo tapa como afrenta a la Corona inglesa? son sólo algunos detalles, porque la ciudad está repleta de recuerdos que llaman a episodios trágicos de su Historia.

La Trinity College es la principal Universidad del país. Fundada en 1592, es la más prestigiosa, la de más caché para sus alumnos y por donde pasaron una buena parte de los grandes personajes históricos irlandeses. Rodeando la Plaza del Parlamento (la plaza central de esta inmensa Universidad) se encuentran una magnífica sucesión de edificios clásicos: una capilla que acoge a cualquier confesión religiosa que allí quiera orar; el edificio del Aula Magna donde cada año se entregan los títulos universitarios; el edificio donde se alojan los universitarios becados y el edificio residencia de los profesores titulares. A la derecha se encuentra una de las más impresionantes bibliotecas que yo haya podido visitar. Tallada en madera, la Long Room mide 64 metros de longitud y cuenta con 200.000 libros en sus estanterías: todos los libros ingleses o irlandeses tienen su particular copia en esta gran sala. Bajo ella se encuentra la joya irlandesa, el libro de Kells, compuesto por cuatro manuscritos profusamente decorados en oro por los monjes de Iona en el año 806 y que vienen a representar los cuatro evangelios.

Si os preguntáis qué hacían los soldados ingleses apostados en el patio central de esta Universidad en el año 1916, tal y como os decía un poco más arriba, debéis saber que en aquel año, Irlanda luchaba decididamente por su independencia. En las calles de Dublín, en los alrededores de O’Connell Street, los irlandeses comenzaron a echarse a la calle con la firme intención de enfrentarse a los ingleses. Éstos encontraron su refugio en aquel patio, donde formaron las tropas antes de lanzarse a la calle para luchar contra los irlandeses. Aquel enfrentamiento fue trágico, pero sembró la primera semilla de la independencia absoluta del país, que llegaría seis años después, en 1922.

El Castillo de Dublín recoge la segunda curiosidad relacionada con este enfrentamiento. El castillo en sí no merece una visita mayor que la de pasar por delante o ver su foso, pero sí es preciso conocer su Historia y el por qué del odio que los irlandeses sienten por él, hasta el punto de que hayan construido justo delante para ocultarlo. Cuando los ingleses llegaron a Irlanda en torno al siglo XV se apoderaron de sus tierras desposeyéndolos. Los irlandeses acabaron convertidos en simples colonos que vivían de las rentas que los terratenientes ingleses les daban por sus trabajos. Sin apenas derechos, les fue prohibido votar en sus elecciones e incluso el acceso a los edificios públicos, pero fue tal el intento inglés de borrar cualquier rastro de tradición irlandesa, que se les prohibieron las misas católicas y el uso del gaélico, su lengua oficial. La pena, en caso de que fueran sorprendidos en misas o hablando en este idioma era la muerte, que era llevada a cabo por decapitación.

¿Adivináis donde se producían estas decapitaciones? sí, en el castillo, de cuyas almenas y murallas eran colgadas las cabezas de aquellos irlandeses. Es lógico comprender el por qué del odio del pueblo irlandés hacia ese monumento. Es más, fijáos, si pasáis por delante, que la estatua de la justicia que se alza en su entrada, está colocada en posición contraria a la natural; mirando hacia el castillo y no hacia fuera, con lo que queda La Justicia de espaldas al pueblo.

Tercera curiosidad histórica: la catedral de St. Patrick. Una catedral protestante en un territorio abonado al catolicismo. La originaria iglesia fue alzada junto al pozo donde se cuenta que San Patricio bautizó a los primeros celtas. corría el año 450 aproximadamente y en el terreno se levantó una iglesia en madera que se conservó hasta el año 1192 en que se construyó una iglesia en piedra. Sin embargo, una vez más, la llegada de los ingleses llevó a convertir esta iglesia al culto protestante. Los ingleses consideraron una afrenta directa contra los irlandeses conservar el nombre de su Santo para una iglesia que a partir de entonces sería protestante. Curiosamente, y a pesar de haber sufrido varias profanaciones y algún que otro incendio, fue la generosidad de un Guinness (Benjamin Guinness) la que permitió en el año 1860 que se restaurara.

Permitidme un último apunte a otra de las visitas obligadas en Dublin: el de la Guinness Storehouse. La popular fábrica cervecera, de proporciones gigantescas, es hoy el lugar más visitado de Irlanda por los turistas. Lejos de estar dirigido sólo a los amantes de una buena cerveza, en sus piedras podrás averiguar una buena parte de la historia más moderna de la ciudad además de disfrutar de una magnífica comida en Gilroys o de una sabrosa pinta en su Gravity Bar desde donde podréis admirar, en 360º, toda la ciudad de Dublín desde las alturas.

En próximos artículos os contaré con más detalle más sobre estos monumentos y otros que tuve tiempo de visitar.

HowthHowth

Un último apunte que os recomiendo: tomaos el Dart, un tren equivalente a nuestros cercanías, que os llevará a pueblos cercanos. Visitad Howth, un pequeñísimo pueblo de pescadores en el que básicamente hay una gran avenida junto al puerto repleto de magníficos restaurantes donde, por supuesto, podréis probar el mejor pescado de Dublín. Por cierto, muy cerquita, en el pueblecito de Malahide nació el grupo U2.

Nada más relajante que disfrutar de la cercanía de la brisa del mar abierto para acabar un día de varios kilómetros de paseos por las calles dublinesas.

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